Uno tiene escrito por ahí una oda a la mujer que ama por su sexo, pero también por sus pensamientos, sus valores, sus desvelos, sus confidencias, su bondad, su humanidad. Lo primero se resuelve en un verbo, y queda el resto del día para construir la vida. Lo que un hombre necesita en los años altos de la vida no es una enfermera que finja, sino un amor tibio a quien seguir amando más allá del éxtasis de los cuerpos.
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