Si pudiera paralizar mis urgencias y detenerme sin prisa ante el espejo, pero no para maquillarme las arrugas o las canas, sino por el placer de descubrirme, a pesar de cumplidos y apariencias.
Si pudiera desandar todos los temores y agrandar mis pupilas hasta el asombro, pero no para desdecirme o maldecir el origen de mis pecados, sino por la tolerancia y la bondad, a pesar de censuras y reproches.
Si pudiera desarmar todos los silencios y volver transparente la confianza y la amistad, pero no para consolarme o hacer más soportables los reproches, sino para encontrarme sin la vergüenza de perderme, a pesar de bochornos y recelos.
Si pudiera... pero no puedo, y vuelvo a trajinar olvidos y revivir nostalgias cada día apuntalando desalientos de espaldas a la belleza de mis sueños entregando confianzas, cerrando los ojos por no verte.
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