domingo, 17 de junio de 2012

El sincretismo de un amor de conveniencia

Sabemos que el amor no atiende a razones lógicas, tampoco se puede domar como animal salvaje, pero sí se puede encauzar. El amor se puede encauzar por ser un sentimiento del alma se junte o no, tal que las vidas paralelas de Einstein. Pero por razones que se desconocen de cuando en vez tratamos de reprimir al amor y no lo dejamos evolucionar. Orgías, bacanales de sentimientos contrariados: una tragedia similar. Llegado este punto, quiero aclarar que mi intención es dejar un mensaje útil que tal vez no consiga para quien cree saberlo todo sobre el amor.

Una persona que ha tenido larga experiencia en el amor adolece de credibilidad, entonces, su historial amatorio es digno de análisis, porque en ese historial existen una serie de aspectos psicológicos donde predomina un trasfondo de conflictos por resolver. Repito, el amor no atiende a razones lógicas. Ni a su primacía mental sobre el sexo. Amor y sexo en combinación alienante. Amor autómata. Patrones prefijados que no rescatan una relación de la monotonía. Tal vez ese comportamiento se debiera tratar a nivel científico, a no ser que sea un amor de conveniencia: amor y sexo, aquí te pillo aquí te mato. No es difícil adelantar el epílogo de una relación de conveniencia y su conjunción sexual. Si se necesitan muletas para mantener una relación plenamente satisfactoria algo falla, y normalmente es el amor que nunca hubo. Una persona sin conflictos internos no necesita fundamentos para triunfar en el amor. Pero sí en el sexo.

Un hombre y su propia erección.
Una mujer recipiente disimula un amor de conveniencia.

Él: Un desahogo instintivo, ocasional, pasajero, estupendo quizá.
Ella: Una relación plena de insatisfacciones, angustias, rutinas y aburrimiento que puede presentar grandes conflictos, algunos de los cuales quedan en el trasfondo y dejan secuelas permanentes.

Un sentimiento de amor tiene que ir acompañado de santa poesía como factor imprescindible. En fin, si por decir me quedara algo sería un consejo, pero los viejos por el hecho serlo creemos tener siempre la razón. Mejor no digo y vuelvo a mi mundo.

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