Después de las victorias de unos y las derrotas de otros, después de tanta prepotencia; considerando la crisis y la situación económica que padecemos y todo lo demás, seguimos en el punto de partida, porque una de las grandes mentiras que quedan por resolver es el asunto del maltrato de la mujer por el hombre: Violencia de Género. Lo de asesinar a la mujer por el hombre sin haberle denunciado, o sí; sin orden de alejamiento, o sí; de si no hay sangre no ha delito; de saber y no denunciar. Sociedad machista. Políticos a sus cosas. Jueces y policía a lo de ellos. Mujer indefensa.
A pesar de los avances y luchas de la mujer por obtener el lugar que merece en la sociedad, en lo que respecta a las relaciones de pareja les queda mucho por hacer. El hombre culpable. Tanto es así, que del machismo ancestral no se ha salvado ni el Vaticano.
Una mujer asesinada por su pareja bien vale un responso en una semana negra inexplicable de maltrato de género, pero más debería valer un respeto. Ex mujer y ex madre de sus hijos: Mujer Eterna.
El macho ibérico que aún come bellotas. Entonces, surge la pregunta, ¿tiene derecho una mujer a expresar como cualquier ciudadana sus preferencias en el amor, o debe estas estar sometida a los pareceres de su pareja? ¿Entonces? Es inevitable pasar de las palabras a los hechos.
No es humano condenar a una mujer al desconsuelo como afiche. Hablo de una mujer que no tiene más que ofrecernos que su juventud y su belleza, o un sexo que sin amor muere con el deseo. Hablo del martirio que debe ser convivir con un hombre sin convicciones que no sabe apreciar los valores de la mujer y su derecho a elegir. Amar es admirar otros dones: Tu piel de miel puro de abeja. Tu cuerpo mi mar, tu humedad mi puerto, tu amor mi velero. Tu amor mi vida, amor.
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