Según una encuesta del CIS, los jueces son los profesionales públicos peor valorados por los españoles. EFE.
Yo siempre tuve en gran estima a la justicia. Hasta podría decir que, de tanto verla y oírla en los medios le he tomado cariño. Ay, confieso que he ido de juerga con ella, que bailamos, que le di pellizquitos y que le solté algún que otro piropo a su orejita linda. Pero a pesar de la confianza que me tomo con ella, no dejo de reconocer que tiene una desagradable verruga en la punta de la nariz, que está fuera de peso, que las arrugas le surcan la cara, que tiene celulitis en las piernas y un aliento pésimo. Además, siempre que empecé a hacerme ilusiones con ella, a pesar de los pesares, sus mezquinos colaboradores hipócritamente me llaman la atención sobre sus defectos.
¿Entonces, yo qué culpa tengo que deje de ser para mí tan representativa, tan buena y tan justa la justicia?
A ver si por aquí lo puedes encontrar:
ResponderEliminarantologapotica.blogspot.com
En uno de los dos ahora sí.
ResponderEliminarSalud.