Tengo escrito por ahí que llegado el desamor el humano ser muestra lo peor que hay en sus adentros. Al contrario, el amor muestra sus adentros de otra manera, tal vez como son en realidad. Lo mejor de nosotros asoma si vemos la luz de la verdad.
La lucha por la verdad, la opinión que prevalece ante el orgullo, ante la hecatombe que supone negar la verdad sabiendo que su espacio no se cubrirá con la mentira. Ahora resulta que quien no tiene memoria ni teléfono, tiene un espacio donde escribir su opinión adaptada a su circunstancia, la de ahora, y hasta quien lo respalde tiene.
Ayer me pasó desapercibida una fecha señalada. Tan absorto estaba en mis asuntos de bata blanca y olvidé lo que realmente merecía la pena. En este tinglado que vivo de dudosa reputación a veces pierdo la ocasión de compartir algo hermoso con quien merece la pena.
Ayer brindé con frías sensaciones como siempre que me falta su presencia (conversación inteligente, flor de consuelo). Ayer una amiga me regaló un libro dedicado y me invitó a un viaje literario que es una fiesta alegórica para mantener la mente en forma y la memoria; un viaje por la cultura y la empatía, por ser útil a los demás. Pero ayer estaba desbaratado y le dije o no le dije, no me apetecía hablar. Me conoce, así que se fue por donde vino pero con el paso más largo. Estúpido, hoy me siento miserable desde mis adentros porque unas palabras agradecidas, unas loas a su libro dedicado, y lo más, un aporte a nuestra relación no hubieran estado de más. Perdóname.
El humano ser emparejado, amante del amor, paloma mensajera, peregrino de la vida, cualquier tipo de relación que mantenga es bendita si la acompaña el amor. Así que, ¡Dios salve a la reina de Inglaterra!. A pesar de que no nos deja pescar en un mar nuestro. ¡Hay que joderse!. En fin, sigo con la poesía y la música que a veces consigue aunar el Sabina: "La buena reputación es conveniente dejarla dormir a los pies de la cama, hoy tienes tú la ocasión de demostrar que eres una mujer, además de una dama".
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