Ayer la vi realmente preocupada y más triste que nunca. Es una mujer demasiado sensible ante el dolor. Esta realidad que vivimos la afecta en exceso.
Las salas de espera en los centros de salud mental están abarrotadas. Las consultas al psiquiatra aumentan de manera preocupante y más el silencio.
-¿Cómo te encuentras?
-Yo bien, ¿y usted?
El coraje con el que emprendemos el día va perdiendo vitalidad y se convierte en agente catalizador que trasforma lo positivo en negativo desde adentro. El coraje, la impetuosa decisión y esfuerzo del ánimo que dice la RAE se transforma en dolor. Sobran los motivos para caer en el desánimo que nos limita y nos hace sentir débiles ante una realidad que espanta, pero estamos jodidos si dejamos que crezca el desánimo en nosotros.
Las funerarias no están en crisis; ellas, y los banqueros que van dimitiendo según van dejando "caer" los bancos que dirigen se frotan las manos. Sus cuentas de explotación son rentables. Sus balances positivos.
"Las intermitencias de la muerte", de José Saramago es una novela recomendable en este periodo de transición que vivimos porque en ella la muerte (a partir del 1 de enero nadie muere, que podía ser 1 de junio tranquilamente) solo interesa a la iglesia de Roma al sentirse amenazada por poner en duda el fundamento de uno de sus dogmas: "la muerte y resurrección de Jesucristo".
Y además la obligan a ponerse bata blanca. Da pena verla.
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