sábado, 2 de junio de 2012

Familias de riesgo

¿Un psiquiatra puede ayudar a quien no quiere?
 
La familia de riesgo sería un chiste si no fuera una tragedia. Al psiquiatra se va en familia, como a las bodas. No, se va en familia, como a los entierros. Es al médico de cabecera al que se va en familia como a las bodas. Es una fiesta ir al médico de cabecera bien de mañana y acabar en el mercadillo los viernes.
 
Como la antigüedad es un grado, yo elijo día y hora (es un mérito que alcancé con los años, como los trineos de los trabajadores de antes. Ojalá Rajoy no me lo quite también), y siempre elijo el día más feliz y a primera hora. Entonces llego y me siento al fondo de la sala de espera (al fondo es donde el dolor se masca en el ambiente) para ver llegar a las familias de riesgo. Según van llegando, al contrario que yo, se van colocando los primeros. No es que tengan prisa, o para que el psiquiatra los vea y no se les despiste, que cada cual tiene su cita, es para ver pasar a las demás familias de riesgo. Y según van pasando se hacen muecas: la primera familia de riesgo se muerde los labios al ver pasar la segunda; la segunda y la primera, además, se miran y mueven la cabeza para los lados mientras pasa la tercera, y en ese plan. Todo son muecas, no hay palabras, tal vez ni existan. Luego, en la visita, el paciente (o individuo: "que puede ser dividido") niega y la familia de riesgo vuelve al lenguaje de las muecas y los gestos para llevarle la contraria. Al principio nadie quiere ni oír hablar del psiquiatra, después, como a los niños con los caramelos, los atiborran a pastillas de colores y ya es otra cosa: cada uno pone la cara más feliz que tiene y así pasan los días, y los meses, y los años... La conducta humana es complicada, y las pastillas solo maquillan la verdad. Una verdad que está fuera de la realidad.
   
Yo creo que la mayoría de los psiquiatras se inventan los diagnósticos, son escritores de talento frustrados. El hambre puede más que la vocación. Se quiera o no ya nadie trabaja por amor al arte en estos tiempos que un salario ha de alcanzar para cubrir las necesidades de la familia, además de sus expectativas de vida.
  
Un psiquiatra será o no un escritor frustrado, pero no es un adivino: La respuesta es no.

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