Hoy amanecí ilusionado por un sueño, esperanzado si es más. Los sueños van creando una atmósfera en el fulgor de la irrealidad. Pero si uno persiste en seguirlo, quizá puede llegar a alcanzarlo. Puede ser una idea engendrada en las recónditas sensibilidades del alma, porque los corpúsculos si se aúnan y la materia se metamorfosea dejan el plasma de la creación impregnado en el escenario de la percepción más inverosímil. También puede ser un poema, una canción de puro sentimiento, amor. Sin embargo, uno no decide qué soñar. Y a veces no son sueños hermosos los que se sueñan, son pesadillas y son un tormento. Un grito entre la multitud que no se oye porque nadie lo escucha. No creo que sea un bicho raro, pero yo nunca soñé pesadillas, quizá porque nunca tuve de qué arrepentirme ¿? Uno anda honrado por la vida. Honrado pero no confiado. En este mundo onírico aún nos queda mucho por andar. Que se ha de conjugar una tentativa versátil con las claves de una idea posible fruto de la imaginación. La idea que nace de una esperanza y se hace un sueño ilusionado con la complicidad de Morfeo. Fecundar acaso entre las sábanas blancas las ansias de un vivir diferente con los colores del arco iris. Sentimentalismo puro. A veces aferrado a la belleza, a las peregrinas luces de un velero que se arriesga entre el oleaje tenebroso, que clama su realidad, que sueña un sentimiento enamorado, tiene su recompensa. Incógnitas de un deleite entusiasta que no pierde la esperanza... Un día amanecerá diferente y el sueño aparente dejará de dormir los encantos de la noche y vivirá el fuego dinámico de una realidad plena de poesía que se olvidó de vivir su frenesí... (Ojalá pudiera surtirte de sueños con todos los placeres que mereces. Santa poesía, sublime en tu virtud de enamorada. Amor infinito. Desamor sino).
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