lunes, 19 de septiembre de 2011

Cuarenta y tres mujeres eternas

Parece ser que lo propiamente humano se encuentra en el camposanto donde reposan todas las miradas de ira, repugnancia, y a veces de compasión o pena. Cada vez con mayor frecuencia nuestro contacto con la realidad es a través de las imágenes que los medios de comunicación propagan. Un hombre asesina a una mujer en nombre del amor sin mala conciencia y sin sentimiento de culpa. Y al correr de los días le vemos por la televisión esposado, cabizbajo, atemorizado, llorando (lástima). Si pudiéramos meternos en el corazón de la gente que maltrata, humilla y asesina a su pareja, a seres humanos como ¿él? qué encontraríamos... Los hechos existen y son indiscutibles. Pero, ¿cuáles son entonces los motivos que explicarían sus actos? ¿Tendría éxito una novela con un argumento de crimen sin motivo? Las imágenes de los medios audiovisuales colocan de cerca a estos asesinos, ¿los humaniza tal vez? Hemos visto sus gestos, sentido sus nervios, la pesadumbre de sus hombros, el colapso de sus piernas... El drama es que la gente no acostumbra a identificarse con la víctima. La víctima está encerrada en la bolsa negra y es arrojada al olvido sin piedad. Parece que la víctima es solamente un pretexto para las decisiones tomadas premeditadamente de antemano. Cuarenta y tres mujeres eternas asesinadas, presuntamente (duele tener que escribir presuntamente cuando es una evidencia a la espera de un veredicto judicial) por sus ex, parejas, maridos, o lo que sean, en lo que va de año... ¿Cómo verán las víctimas de Violencia de Género desde los medios de comunicación a sus asesinos presuntamente humanizados? "Tolerancia cero".

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