Hoy en día, con dinero se puede comprar casi todo. Nunca se han perdido tanto la dignidad como ahora. Es urgente salir de este mundo de los tantos por cientos donde todo se tarifa; donde se multiplican las iras y se llevan a cabo las venganzas; donde se divide lo humano. Nos urge salir de este mundo hacia otro en libertad que seguro tendremos que inventar. Los mayores tormentos de este mundo son el hambre y la enfermedad (no pienso disculparme más por las redundancias que matan como si yo fuera el culpable de tanta atrocidad. No aprendemos), y el lenguaje de las armas que sigue amedrentando la voz de la libertad. Tormentas que son de indiferencias, de sangre y lágrimas. Un hombre y una mujer se pierden por los caminos de la vida sin darse la mano, ¡qué, fraternidad!. Una chulería absurda acaba robándoles la sensatez. La misma insensatez que termina destruyendo la belleza que ayer conquistó un amor. ¡Cuánta poesía que no se explica!. Las tempestades más dañinas son las provocadas por el hombre, y lo malo es que nadie acierta en el injerto de un nuevo pacifismo que libere a la parte de la sociedad inocente. Moradores de un mundo que permanecen prisioneros en las agendas de los poderosos. Y lo peor, Murphy: la honestidad no cuenta en los negocios. La corrupción y el abuso de poder gobiernan este universo, y como si fuera un castigo divino, cada día son más los que aparecen entre todas las miserias con nuevas iras, desmedidas iras sin justificar. La bondad no existe en esta selva de corbatas y pajaritas con maletines de piel asesinada con malas artes. Ser persona humana es un signo de debilidad en este universo de ladrones de guante blanco. Y en este universo, maraña de confusiones, habitan infelices gran parte de la sociedad. Lástima no permitir explicarse a la santa poesía con un manifiesto de versos. No hay hábitat de cualquier especie que soporte el estruendoso ruido de las bombas sobre el campo de un poema. Quizá tengamos que hablar menos y actuar más, poner un libro entre las manos de un inocente antes de que, culpable, sostenga un arma... Víctor Hugo dijo que una escuela más significaba una cárcel menos. Cómo curar tanto espanto... Cómo borrar de la mente tanto dolor... Dicen que Dios no mira desde fuera, sino desde dentro. No sé, igual si echara un vistazo desde fuera... (uy, qué curioso, sin querer me lo puse estupendo para lucirme) aunque fuera de soslayo...
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