"De pequeño quise tener un perro, pero mis padres eran pobres y solo pudieron comprarme una hormiga". Woody Allen.
Suerte que tuvo Woody Allen, que los padres de hoy en día, de pobres, ni una hormiga pueden comprar a sus hijos. Ahora sí que somos realmente pobres... Según me cuentan, ya ni los ricos nos dejan salir de casa para no correr el riesgo de que un rico y una pobre, o viceversa, se enamoren y en el cruce salga una nueva raza entreverada. No quiero ni pensar lo que pudiera ocurrir de darse esa indeseable a todas luces situación. Desde luego, la iglesia de Rouco Varela, no lo aceptaría bajo pena de excomulgar a quienes les diera por enamorarse al menos hasta la próxima visita del papa que les volvería a recibir de todo corazón en el seno de su iglesia, como ocurrió en la última visita del papa, hace unos días, con los abortistas arrepentidos de buena fe. No me lo pueden negar, este país ha llegado al punto de que la pobreza le tiene atemorizado. Desde luego no es mérito, que es una obligada pobreza. Uno a veces no sabe si llorar de pobre o especular en bolsa y ser rico. Los economistas del día después (como la píldora) dicen que antes se podía, pero ahora no. Hablo de especular en bolsa sin tener dinero. Todo es tan difícil ahora que, y si soy sincero, no me importa que los ricos no me dejan salir de casa. Y podía, oiga, sino por rico, por ser asturiano. Ay, los asturianos somos unos privilegiados: por un lado tenemos sangre roja por nuestros ideales de siempre, y sangre azul por
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