La aceituna

Tengo la mente atascada y deprimida. Hoy me siento más confuso que ayer y no sé: fijo acabaré mal. Así estaba esta mañana, ahora no. No sabía, pero tenía hambre, fue comer y santo remedio, ahora me encuentro genial. Pues bien, cuando esta mañana ignorante del hambre que tenía estaba a punto de dar en loco, busqué amparo que no a Amparo (es mi nueva vecina; no puedo quitármela del pensamiento. Es rubia de ojos azules, ay), en mi librería y al azar cogí un libro, "hambre ¿? aceituna": "El apasionante mundo de la aceituna", de Mort Rosenblum. Luego de leer su biografía, me interesó el libro, pero más que por el mundo de la aceituna, que sí, que vale, pero poco, fue por su autor, Mort Rosenblum, redactor y reportero de una agencia de esas que saben lo que ocurre antes de que suceda. Este escritor en cuestión, escribió varios libros, pero el de la aceituna lo hizo alejado de la civilización entre olivos en la Provenza Francesa. Esto fue lo que más me sedujo de él. Consiguió romper con todo lo que entendía le proporcionaba la muerte y descubrió la vida después de darla por perdida; y todo sucedió entre los olivos. En la actualidad, los considerados cultos, dividen la filosofía en dos clases: exotérico, que se puede comprender; y esotérico, que no se puede comprender. Lo exotérico no interesa. Se comprende, se sabe y qué... En cambio, lo esotérico, ha tenido gran aceptación en el mundo actual por resultar del todo inalcanzable al pensamiento humano. Algo que Mort Rosenblum descubrió a tiempo, o sea, lo que los mortales descubrimos cuando esa condición ya no nos pertenece... Ahora, Mort Rosenblum, escribe feliz en su retiro al escapar del mundo de la depresión. Para acompañarle en su elegida soledad, tiene a sus olivos en un paraje de ensueño que le inspira.