"La historia de un ser humano no termina mientras en su mente y en su alma haya sueños, ideas, propósitos, ilusiones, esperanzas, y un plan".
Ayer te escribí un correo electrónico, un e-mail dicen que se llama. No sé. Disculpa, no pretendo ser original, tampoco incomodarte, y menos hacer un chiste fácil con un sentimiento, pero hemos perdido la costumbre de la carta de papel con acuse de recibo. Una carta es como las olas de un mar que todas se parecen pero ninguna es igual. Una carta escrita de puño y letra no es tan fría como un correo electrónico, e-mail o como quiera que se llame. Sí, ya, ya sé que tampoco me la ibas a contestar, pero al menos sabría que la habías recibido. Confiado que algún día me leas, y en un rebuscar por ahí encuentres esta carta, que sepas que lleva tu nombre. El tiempo pasa pero no los sentimientos. Eso es así, lo ha sido siempre, para mí lo ha sido desde que, por un descuido quizá, clavaste tu mirada al verme en el suelo. Me alegro de conocerte, te dije, y nos dimos dos besos. Eso fue todo. El tiempo no dio para más. Lo que no sabes es que fue cosa de ir y volver, que volví para saber si por un aquel tu mirada aún seguía allí clavada, pero no. Luego llegaron algunas parrafadas de urgencias por Internet, y sin darnos cuenta ya nos habíamos distanciado... Pero una carta escrita en la intimidad... Sabías que a veces llegan cartas... Te escribo y te sigues escondiendo… Vale que sean cartas que no se pueden responder...Y eso que no son cartas de amor, ni lo son de colores que respondan a una fecha señalada. Son cartas en blanco. (Lamentable que quien nos dio el deseo no nos diera también la voluntad).
No hay comentarios:
Publicar un comentario