miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ponga una curvilínea en su vida

Quien ha perdido un ser querido se puede decir que ha sufrido. Leo lo que escribo y no me imagino a dónde quiero ir a parar. Quizá hoy también sea un día señalado en el calendario y mi inconsciencia tocapelotas me quiere llevar a algún lugar triste de morir. Las malas acciones o algún beso traidor, antes de que lleguen a acomodarse en mi memoria las reciclo y las tiro a la acequia. Sé que debería tirarlas a un bidón de colores para lo que en un tiempo fue útil y ya no, pero además de un clamor soy daltónico. La acequia es más segura para las malas acciones, llegan a un mar en un verbo, y un mar inmenso todo lo engulle sin dejar rastro. Nada de malos recuerdos que perjudiquen la mente. Soy viejo y hay cosas que no me las puedo permitir. Que igual quisiera recordarlos a pesar de los pesares al venir de algún ser querido pero no. De joven valoraba -ignorante- el dinero y el amor, la amistad, o lo importante que podía llegar a ser en la vida: de viejo solo aspiro a la salud. Nada nuevo. Entonces, y digo por decir, pudiera ser algún recuerdo amigo lo que me provoca hoy a escribir sobre algo que no sé; eso sí que tendría algún sentido. Sí... ya... pero nadie confía en mi intimidad para una confidencia. Antes sí. He caído muy bajo. Una amiga que, al fallecer su marido de manera repentina y quedar con dos hijas, aún siendo una mujer de fe, me confesó su sufrimiento y le fallé, hasta encalleció su piel por mi culpa... yo pecador. Aún no me explico siendo una mujer de fe a qué vino a mí. Luego de conocer mi comportamiento tenía un motivo más para afianzar la desconfianza en su vida. Le hice un favor. Va ser eso: me traigo a mí mismo como ejemplo de cómo en situaciones que provocan sufrimiento en las personas el amigo reacciona indiferente. Cuando nos volvemos indiferentes al sufrimiento ajeno damos asco. Quizá por eso existen personas que permiten que situaciones de sufrimiento personal se conviertan en un almacén de resentimientos, los cuales, sin darse cuenta, generan en el alma el dolor que se encarga de producir en su salud mental algún trastorno psicosomático. El resentimiento es lo mismo que el veneno que se ingiere esperando que otro la palme. Así la amistad. La amistad es un sentimiento muy bonito, hasta suena bien y patatín... saben qué, si alguien les da la mano fíjense bien dónde tiene la otra. No se fíen. La amistad es una línea curvilínea.

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