-Ay, dona, qué cabeza la mía, no sé qué te iba a contar...
-Hoy estás muy profundo...
-¡Ya te digo!.
-¿Por qué?
-Ameneció de aquella manera...
-¿Pero qué me ibas a contar?
-Que sabía perfectamente lo que iba a ocurrir... yo lo pasé primero.
-¿Es jodido?
-No tanto si no estás solo.
-¿Lo estabas?
-Estaba ella.
-¿Ella?
-Sí, una amiga con derecho a roce, que dirían mis hijas.
-Ya te entiendo.
-¿Cres que es cuestión de resistir porque vendrán tiempos mejores?
-Sin duda.
-¿Qué te gustaría comer?
-A ti de postre.
-¿Y qué me sugieres de primero?
-Tu comida favorita.
-¿Qué comida favorita?
-Una excusa al punto.
-¿Para qué decisión?
-Eso no lo sé... ojalá aciertes.
¿Quieres que te invite a comer?
Luego del café una breve meditación y dimos por finalizada la comida. "Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me han aborrecido antes que a vosotros". (Juan 25:18).
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