Las personas que viven de las ayudas sociales pierden la autoestima... No se trata de tener ayudas sociales, de dar de comer al hambriento, se trata de hacer que se sienta útil la persona: trabajar para ganar el pan de cada día y llegar a fin de mes. Se trata de tener un puesto de trabajo y sentir que valimos para algo más que dar pena.
El desprecio y el olvido que padecen miles de familias acelera en ocasiones la muerte prematura; quizás en plenitud de vida. La muerte y la vida van de la mano. Dolor de alma. Repulsa. Lágrimas de corazón. ¿Y los niños? ¡Joder, dona, los niños!.
Los padres asumen la sagrada obligación de cuidar, proteger, educar y alimentar a sus hijos. Sacrosanta obligación. Incluso la ley obliga a los padres frente a sus hijos con sanciones. Justicia social.
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