Son sueños asentados en el apasado y sufrimos profundamente al actualizarlos a ritmo de tiempos mejores. Son recuerdos, sentimientos. Luchas que perjudican la paz, la esperanza y los buenos momentos que nos quedan por vivir.
Hay quien llega a nuestra casa y se acomoda como un amigo gorrón alejado de las benditas necesidades emocionales que tenemos; se cree potencialmente necesario y en un descuido nos roba nuestras mejores alhajas... Quizás esos bienes valen su peso en oro y pagamos por ellos parte de nuestra felicidad: tiempo con la familia, con los amigos. No se lo podemos permitir, debemos alejar de nuestra vida esa carroña que solo busca lo más preciado que nos queda... A pesar de que haya hecho un hueco en nuestro corazón. (Cuando el amor da nadie quita).
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