-"Perdóname por el daño que te he hecho".
-"Para perdonar hay de merecerlo".
Convencido de que la sentencia sería su perdición, su amargura y su remordimiento, no pudo por más que responderle:
-"Tienes toda la razón, para perdonar hay de merecerlo. Y también sé que el perdón no se pide se otorga. ¿Pero cómo sabrás de mi arrepentimiento si no pido perdón?
-"Tú sabes lo que hiciste. Y yo reconozco la falsedad en tu mirada al pedir perdón. El perdón que me pides es una excusa, la finalidad o el pretexto que se invoca para eludir una obligación o disculpar la omisión del delito. No es sincero. Por lo que tu petición queda denegada y registrada en el Archivo Histórico Nacional.
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