El poeta escribe en el papel palabras ardientes atendiendo a la imagen de quien lo inspira en la margen del río. Insoluble vadearlo: frugalidad incondicional. El poeta escribe con la magia de las sílfides de transparente mirada capaz de traspasar un diamante velado.
Y no cesa su genuina voluntad y vislumbra un bancal donde plantar sus esquejes literarios para alimentar con su fruto la bulimia de la creación. El poeta mira en el reposo de la margen del río los pinos que mueren deshojados de trinos al alba. La imaginación del poeta nace y muere con su poema. Poema quebradizo, severidad de una vida y una época teñida de cautela. Un poeta es incapaz de ser hálito de un pasado y origen de un porvenir que no se atreve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario