Creo que nunca volveré a confiar en el ser humano. Me siento incapaz de hacerle frente a una mano extendida. Incapaz de hacerle frente a la vida. Mi estado de ánimo me impide convivir con mis semejantes.
He perdido la prudencia y la confianza por sobrevivir entre las necesidades que no puedo abolir. Y escribo, por eso escribo, para despistar que soy un pesimista convencido y que lo debo seguir haciendo para protegerme de mi mismo.
Así como el cuerpo necesita de alimento yo me nutro de pensamientos negativos. Le tengo declarada la guerra permanentemente al ser humano y lo curioso es que cuando me enternece una mirada de soslayo tengo capacidad para sorprenderme, pero lamentablemente compruebo, dentro de la desesperación, que mi mente no lo acepta.
¿Seguiré contemplando la naturaleza de la muerte estéril? Pensar en ella cada vez me empobrece más y me hace más pesimista.
Si alguien pudiera enviarme las credenciales que me quedaron descuidadas en el tiempo, cuando no era así, cuando tenía esperanza, cuando vivía, cuando... quizá tuviera salvación.
Y cuánto te apuesto, que entre estas líneas encontraste alguna que otra de esas credenciales perdidas, al menos una. Cuando se va de picada, es precisamente el momento en que a nuestro alrededor se van encendiendo esas pequeñas lucesitas que alumbrarán el gran momento en que brotemos de la tierra de que nos sepultó, de ese abismo descomunal.
ResponderEliminarSiempre hay el rescoldo de una pasión, la de vivir con plenitud.
Besos y un fuerte abrazo.
Me ha ocurrido otras veces y sí, siempre hay un rescoldo de pasión... la de vivir. Eres muy amable; muchas gracias.
ResponderEliminarBeso.