Hoy, estaba decidido a escribir solo un comentario y luego dar un paseo largo por el pueblo y llegar al río. Y por el río hasta que me cansara, que sería pronto. Seguro. Y ya he vuelto. Ni río ni pueblo ni María la Madre de Dios. Hoy no estoy para nada. Hoy haría, y va en serio, un pacto con el Diablo y lo obedecería a cambio de nada. Cada hombre o mujer lo hacen cada día y no se enteran. Es un práctica habitual. Satanás que al parecer es el Diablo y tiene, según me cuentan más nombres que no importa, está atrayendo a muchos y muchas a su campo de acción. La obediencia ciega es la irrefutable antesala hacia la muerte. Perdemos nuestra capacidad de decisión y estamos muertos. Al cambio, tampoco será distinta esta vida al infierno, al menos en el día que hoy nos espera con el fúrtbol y mañana con la coronación de Felipe VI.
¡Anda que estamos preocupados en este país sin identidad por estos asuntos, tal vez los más importantes del año!.
Si un hombre y una mujer caminan avanzan si crean y se entregan a una causa que consideran justa. Hoy estoy torpe de entendederas pero creo que ni creamos ni nos entregamos a una causa justa. Al menos no nos entregamos al amor. ¿Y lo demás a quién importa? Ya, claro, a la mayoría de los españoles, ¡nos ha jodío el tío!. Insisto. ¿Por qué no te callas?
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