La frase es tan antigua como cierta: "la primera víctima de una guerra es la verdad", pero dado que la política es la continuación de esa misma guerra, por otros medios, el no declarado inicio del más largo adiós de nuestra feliz convivencia no es sino la desgracia de guerrero vencido con una herida sin cerrar por tu ausencia.
En este día ilegal para casi todo, parece que escribe el de siempre con otra pena: el padre desconsolado que pronuncia palabras desde su corazón ensangrentado. Me dices que en de soslayo no te escriba cosas tristes... No es que quiera, mi niña, no es que quiera... Hoy es un día invocado por tu ausencia similar a la tristeza, a la ineficiencia clara y manifiesta de alguien que a veces ya no le interese vivir. Hoy así lo siento, cualquier declaración favorable a la imposición de vivir sin ti no merece la pena. Por eso, bien haré, puesto que vivir sin ti es mi destino, irme preparando para la otra que se avecina, la insinuación, la sospecha... y un ramito de azahar.
Sería bueno que comprendieras que todo pensamiento anclado en la soledad y con un cielo pleno de nubarrones que van llegando con el sol, no son sino sentimientos frustrados, maquinados por un padre que no es capaz de reponerse a tu ausencia. Son pensamientos apasionados con la misma intención de su propia y egoísta inspiración. El desconcierto que siento recordándote en silencio está a punto de declarar la guerra a la ciudad de Valencia que no ha querido cerrarte sus puertas (y la entiendo, mi niña, claro que la entiendo, nadie sería capaz después de conocerte cerrarte las puertas de su corazón) incluso a la luna bella que no veló tu sueño de independencia ni el camino que te alejó de mí. Así desde hoy: ¡todos a sus puestos, esto es la guerra, que descanse la paz!. Mientras la ciudad de Valencia sea la fiesta que te da cobijo, seré siempre su enemigo por privarme de tu risa y tu alegría.
Ay, mi niña, vivo incapaz de aplicar el sentido común a mi vida. Desmemoriado de la vida, te lo puedo asegurar.
Fue Pedro Salinas quien dijo que "los sueños son reales si el sueño no termina". "La vida es un sueño", dijo Calderón de la Barca, así, pues, todo es real mientras dure el sueño. Parece un intríngulis de palabras sin demasiado sentido, pero no, porque "la vida sin sueños es un camino hacia la muerte", que dijo el Serrat, y yo lo creo, y digo, aquí y ahora, que un hombre sin sueños es carne de ojeras sin ojos ni miradas, una casa de piedad, de miserias, codicias y venganzas. Y ya que la vida es un sueño, mientras el sueño no termine, tranquila mi niña, mi vida nunca terminará porque yo seguiré soñando contigo. Por cierto, hoy te he escrito largo y no he dicho ni una sola vez te quiero, aunque nunca es tarde: te quiero, aunque sea en la distancia te quiero. Te quiero, mi niña, una y mil veces te lo digo. Te quiero... te quiero... Y te quiero... hoy y siempre.
A Kristel, la niña de mis ojos.
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