Hipocresía con descaro

El PP, tan auto flagelado como siempre, haría bien en aprender el arte del disimulo. Mejor, quiero decir. Rajoy: "Nunca he repartido, ni compartido, ni recibido dinero negro". A Rajoy se le da mejor hacer amigos, o asesinar sino en implacables fusilamientos derechos fundamentales. El PP es como un espejo roto, cada cual, cuando lo considera oportuno, coge un pedazo de espejo y va con su verdad al cristalero a que se lo corte a la medida.

Se trata de dañar reputaciones y de tú más. Ahora que estamos casi todos hartos de ver a un PP desangrarse y desacreditarse con más veneno que una serpiente pitón. La rubio manchego, implacable como el olvido, cruel como un amor vencido por la indiferencia, dale que sus abogados estudian querellarse con El Mundo y El País por calumnias y ultrajes, pero no se ponen de acuerdo. La general secretaria no debiera contratar a más de un abogado.

Y aún así, y además, el cinismo acompaña al ejercicio periodístico de algunos medios que los disculpan y los defienden, pero eso sí: dentro de cierto equilibrio, dentro de cierta mínima objetividad.

La lucha política ha sido tradicionalmente una guerra turbia y cínica, pero lo de ahora es el acabose donde lo menos importante es la verdad, el respeto o los límites.

Mientras más leo en los diarios la corrupción de los partidos políticos en este país, más amo a las mujeres que rondan mi edad, porque saben lo que quieren y cómo, y gustan de reinventarse con su mirada al morir la tarde, o cualquier noche regalar el universo con su palabra que casi siempre interrumpe un beso, y mientras, canta el cielo como cuando el cielo era el cielo. Con el permiso de la María.