"Con ese espíritu ha de leerse la prensa, que las cosas...".
¡Bienvenidos al mundo de lo relativo!. Porque es muy posible que lo mejor para unos no sea lo mejor para otros. Porque todo es de acuerdo al cristal con que se mire, y los cristales en de soslayo son como la vida misma, de todo tipo y color.
Héctor Cabral Ortega, enamorado del verbo superior, del amor y de la vida. Progresista en ideas. Buen militante de su tiempo. Bohemio. Y con todo eso y más, emprendió su infinito viaje a la historia precedido de estos hermosos versos:
Arenas del desierto
Hace tiempo que te hablo
de mis sueños y mis penas
y tus ojos no reflejan
el amor que tanto anhelo
Y mi vida va pasando
cual arenas del desierto
donde el sol solo acompaña
sus delirios soberanos del mal.
Las tristezas del desierto
van penetrando en mi alma
y mis ojos se han quedado sin luz
llorando sin fin, tu amargo desdén
Pero el cielo ha comprendido
que por ti yo estoy sufriendo
y todo será más bello
cuando llegue tu querer.
Las tristezas del desierto
van penetrando en mi alma
y mis ojos se han quedado sin luz
llorando sin fin tu amargo desdén
Pero el cielo ha comprendido
que por ti estoy suspirando
y todo será más bello
cuando llegue tu querer.
Lo que deja Cabral Ortega de nuevo en evidencia con estos versos es que, en el mundo de lo relativo, la palabra, ya sea envuelta en papel de regalo o de estraza, maquillada de realidad o de ficción, o impresa en periódicos, libros, revistas, propagandas, blogs... o alterando el vino en tertulias de bar, en sidrerías con amigos de siempre, o con un café en el olvido de quien te amó camuflado entre recuerdos, es lo que hace trascender al ser humano.
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