Una amiga me dice que si alguna vez caigo en una ciénaga con arenas movedizas no me mueva, que no grite ni respire para no morir asfixiado, y que siga durmiendo hasta que aparezca la María y me salve.
Una amiga, mi amiga... Yo a mi amiga no la entiendo. Y nunca la entendí. Si no respiro voy a morir asfixiado por sumersión. Y la María... ¿Acaso me está contando un cuento corto de metáforas desbaratadas? Mi amiga ha perdido el juicio sin venir a cuento, como todo lo de ella. Y en silencio. (Entre dos, decir cuál amor pudo más ayer no tiene interés. Al menos hoy).
No hay comentarios:
Publicar un comentario