lunes, 9 de junio de 2014

Vivir de cara a la verdad.

Somos parte de una generación de naturaleza competitiva, y a pesar de los pesares, de tanta capa de cebolla y tanta hipocresía, de tantos asuntos inaplazables, somos capaces de guardar rasgos nobles de cada vivencia. Experiencias humanas que nos hacen creer que no todo está perdido... Se trata de examinamos detenidamente por dentro por si encontramos un vestigio de quien nos guarda o guardó un sentimiento quizá de amor. Alguien nos miró de soslayo, nos hizo una seña, o nos dió un codazo y no nos enteramos. ¡Estúpidos!.

Negamos el agradecimiento y la lealtad, que es tanto como despojarnos de toda la humanidad que hay en nosotros. Vivir de cara a la verdad es como desentrañar un aprendizaje inconsciente y reproducirlo sin engaño. Vale ser independiente, pero no hasta el punto de no ver que puede haber alguien cercano que nos necesita. Alguien que no es tan fuerte como nosotros o que sería una regalía conocer. Mejor dejemos algo para mañana. No hablo de amor. Sería genial ser amigos de nosotros mismos y expandir esa amistad a las demás. Quedarse lo negativo de una mala experiencia que refuerza el ego y genera desapego no es bueno... el yo parcialmente consciente de Freud.

1 comentario: