viernes, 2 de agosto de 2013

Un tango llorón

A menudo hablo de mi pasado que no recuerdo, y no es del todo cierto. Quizá solo sea una mala memoria. Porque recuerdo algunos buenos momentos. Como una mañana de crudo invierno que estaba paseando por un bulevar con comercios de regalos y algún bar de copas. Recuerdo que entré a tomar café y en una esquina de la barra vi una mujer imposible. Era la mujer más hermosa que lloraba para consolar el desasosiego que le producía un olor. Me acerqué con el ánimo más que de consolarla, que también, de explicarle que por un olor no se llora. Que los olores, como el buen amor, se recuerdan toda la vida. Pero la mujer más hermosa que vieron mis ojos seguía empeñada en su llanto. Le pregunté al camarero y me dijo que era habitual, que cada mañana iba a llorar por el mismo olor. Insistí, y le pregunté que si sabía de qué olor se trataba: me dijo que era un olor embriagador de una flor que no dejaba de asfixiarla. Nada más sabía. Y ella no dejaba de llorar. ¿Qué flor puede tener esas propiedades tan perjudiciales y dañinas? Es imposible -pensé-. Una mujer lloraba por algo que tenía que ver con el olor de una flor...
 
Quería saber y no me alejé de ella, y detrás del café vinieron unas copas y más llantos. Aquello llegó a ser un tango llorón. Hasta que llegó la hora de cerrar el bar y salimos juntos. Y juntos fuimos caminando. Era tarde, no puedo después de tanto tiempo precisar la hora. Lo que sí recuerdo es que una brisa derretía el hielo de los aleros en los tejados y llovía a cántaros. Era un mal día para pasear fuera del bulevar. Caminamos mucho tiempo, anduvimos perdidos por la ciudad con el fin de que aquella mujer -por cierto, no llegué a conocer su nombre-, pudiera calmar su llanto. También recuerdo que después de un buen rato caminado dejó de llover. "Nunca llovió que no parase". Lo curioso del caso fue que la hermosa mujer de repente también dejó de llorar... ¿Sería que aquel olor ya no la perjudicaba o se había reconciliado de repente con él? ¿Tendría mi premio de buen samaritano por consolarla? El sacrificio por las demás a veces recibe un premio inesperado (en este caso era deseado por ambos). De este singular detalle me di cuenta cuando nada más dejar de llorar nos metimos en el bulevar entre el deseo y la gloria a decirnos las verdades a la cara y algo más... pero no recuerdo ninguna verdad ni el algo más que tuvo que haber sido algo maravilloso como ella. ¡Joder, dona, con mi pasado y una mala memoria!. 

1 comentario:

  1. ¿Encontraste a la mujer mas hermosa! ¡Achis! Si tu y yo nunca nos hemos visto .


    Me gusto tu texto, hoy particularmente, tu si que escribes bien.

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