A propósito del perdón de los
pecados, asumo las palabras de una amiga que dice que nunca llovió
que no parase. Es sabiduría popular, pero en su boca es más una
sentencia. Está convencida que si llueve tarde o temprano parará.
Entonces se deja llevar. Ya parará.
Hay tiempo para hablar... para callar.
Hay tiempo para pedir que callen los demás, aquellos que ya hablaron... Hay tiempo
para perdonar... Solo deben hablar los pecadores... Solo deben hablar los
ofendidos... Solo deben hablar los hombre y mujeres de buena voluntad.
El tema del perdón, el borrón y
cuenta nueva, el dar antes de pensar en recibir, son temas ideales
para escribir.
Yo no he amado a mis enemigos ni he
salido a abrazar a los que me odian. No he rezado por nadie, ni siquiera por
mí. No he perdonado a los que me han herido u ofendido. Hundido en
el dolor de una ofensa, no he pedido a Dios que perdone precisamente
a los que me están ofendiendo "porque realmente no saben lo que
hacen". No me he liberado de mis rencores... No he sido
capaz de expandir mi corazón por el mundo.
En mi caso, y porque no creo en el perdón,
deseo siempre perdonar, porque es un buen negocio... La
tranquilidad, la alegría que se recibe al perdonar, o al pedir
humildemente ser perdonado, no tiene comparación con el sufrimiento que
produce la pena y el dolor de cabeza, la rabia del rencor, la
venganza: nada de eso vale la pena. Perdona o pide perdón y vive la
vida feliz. (A Dios rogando y con el mazo dando).
Mmmm no se, a mi nunca me piden perdón, porque por ser lengua larga y pronta al hablar termino por ofender, será por eso.
ResponderEliminarSerá por eso que la que termina pidiendo perdón soy yo. Asi que nunca sabré de la tranquilidad que otorga el perdón.
Cuidate.