Estupefaciente, nunca imaginé que
trabajar en este país sería un milagro. Oigo al portavoz del
gobierno y como país somos una potencia mundial, salgo a la calle y
sigo viviendo en la posguerra con mi tarjeta de racionamiento y
ganándome la vida al estraperlo. He perdido la noción del tiempo o a mi país. Soy un apátrida.
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