¿Qué seré cuando sea mayor? Ay, no sé. Me gusta
la filosofía y la política. Y más la amistad. Pero la amistad no es una profesión... tampoco la filosofía ni la política ¿o sí? ¡Joder, dona, cuando más te necesito tú muerta!.
La filosofía está compuesta de ideas,
razonamientos, creencias antiguas y otras modernas, de
investigaciones metódicas que van a parar directamente a la duda. Y la política suscita militancia cerrada
y adhesión incondicional.
¡Torero, torero!.
La política ha sido tildada en todos
los tiempos como la profesión de la mentira, el oficio del engaño,
la vida de los tramposos.
La filosofía, por el contrario, se la
tiene por camino de sabiduría, esfuerzo intenso hacia la verdad.
Ante sucesos inesperados decimos: "No puedo creer lo que
ven mis ojos". El asunto es que lo que miramos podría ser un espejismo,
por tanto, no podemos confiar en el testimonio de los sentidos, según
la vieja expresión de los escépticos. Los grandes
pensadores someten las proposiciones más sencillas a rigurosos
exámenes de los cuales vuelve a brotar el escepticismo. Es
parecida la duda cartesiana, la ironía socrática o la indecisión
epistemológica de los lingüistas.
Los políticos dan la impresión de
estar siempre seguros de lo que pregonan, y es que siempre van con la cara de ir a misa los domingos: son estupendos, ponen en sus bocas palabras confiables de
Alicia en el País de las Maravillas, sí, y hablan enfáticamente de
proyectos de futuro como si ya fueran una realidad, expresan sus
convicciones con tanta fuerza que el público asistente escucha lo que dicen y
aceptan sus predicamentos sin ningún razonamiento ni lugar a duda. Tan
solo por el tono decidido y autoritario que emplean.
Los filósofos, siempre dubitativos y
cautelosos, atraen pocos seguidores... ¿Quién escucharía o
iría detrás de unos tipos que no saben a qué atenerse y que son la
duda permanente? Tan siquiera saben si lo que otros saben lo saben y es verdad.
Pero existe una "tercera vía":
ni políticos defraudadores, ni filósofos desconfiados.
Y no pienso en el sociólogo Giddens, con su mezcla de filosofía y
teoría política, sino los sentidos del olfato, el tacto y la vista" propuesto
recientemente" -que diría Eduardo Punset-, por una amiga. Distinguimos el olor de una cloaca del perfume de azahar;
por el tacto notamos la diferencia entre la Flor de María y un
cactus; y un vistazo e identificamos la amiga del enemigo. Lo que
pueden ver los ojos en un Ipap a las tres de la madrugada es la "cura
suprema" de la ceguera del alma. "Los amantes se
orientan perfectamente en la obscuridad", afirma ella con
expresión sosegada nacida de una semana en un convento de clausura y
la mirada perdida frente a un mar.
Ni filósofo ni político, cuando sea
mayor seré amiga, y si encuentro un amigo que merezca la pena seré,
si él quiere, su amiga del alma... Decidido. Cuando sea el tiempo de
las cerezas empezaré a buscar un amigo. Amiga no. "Es momento
de ir llenándose poco a poco. El tiempo de las cerezas nunca llega
en noviembre. No me apetece escribir, hay otras formas de huir y
estar loco por solo... solo por loco. No te preocupes por mi soy como
un gato y caigo de pie... y no me duele". Enrique Bunbury.
"Cuando sea el tiempo de las cerezas empezare por buscar un amigo. Amiga no" ¿Me doy por descontada? O no entiendo como es mi costumbre.
ResponderEliminarComo es tu costumbre... Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Y eso que ya lo leí tres veces.
ResponderEliminar... cuando sea mayor seré "amiga".
ResponderEliminar¡Ohhhhh! Ya entiendo.
ResponderEliminarCuando sea mayor no guardare silencios.
Beso.
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