martes, 6 de agosto de 2013

¿Qué seré cuando sea mayor?

¿Qué seré cuando sea mayor? Ay, no sé. Me gusta la filosofía y la política. Y más la amistad. Pero la amistad no es una profesión... tampoco la filosofía ni la política ¿o sí? ¡Joder, dona, cuando más te necesito tú muerta!.
  
La filosofía está compuesta de ideas, razonamientos, creencias antiguas y otras modernas, de investigaciones metódicas que van a parar directamente a la duda. Y la política suscita militancia cerrada y adhesión incondicional. ¡Torero, torero!.
  
La política ha sido tildada en todos los tiempos como la profesión de la mentira, el oficio del engaño, la vida de los tramposos.
 
La filosofía, por el contrario, se la tiene por camino de sabiduría, esfuerzo intenso hacia la verdad. Ante sucesos inesperados decimos: "No puedo creer lo que ven mis ojos". El asunto es que lo que miramos podría ser un espejismo, por tanto, no podemos confiar en el testimonio de los sentidos, según la vieja expresión de los escépticos. Los grandes pensadores someten las proposiciones más sencillas a rigurosos exámenes de los cuales vuelve a brotar el escepticismo. Es parecida la duda cartesiana, la ironía socrática o la indecisión epistemológica de los lingüistas.
  
Los políticos dan la impresión de estar siempre seguros de lo que pregonan, y es que siempre van con la cara de ir a misa los domingos: son estupendos, ponen en sus bocas palabras confiables de Alicia en el País de las Maravillas, sí, y hablan enfáticamente de proyectos de futuro como si ya fueran una realidad, expresan sus convicciones con tanta fuerza que el público asistente escucha lo que dicen y aceptan sus predicamentos sin ningún razonamiento ni lugar a duda. Tan solo por el tono decidido y autoritario que emplean.
  
Los filósofos, siempre dubitativos y cautelosos, atraen pocos seguidores... ¿Quién escucharía o iría detrás de unos tipos que no saben a qué atenerse y que son la duda permanente? Tan siquiera saben si lo que otros saben lo saben y es verdad.
 
Pero existe una "tercera vía": ni políticos defraudadores, ni filósofos desconfiados. Y no pienso en el sociólogo Giddens, con su mezcla de filosofía y teoría política, sino los sentidos del olfato, el tacto y la vista" propuesto recientemente" -que diría Eduardo Punset-, por una amiga. Distinguimos el olor de una cloaca del perfume de azahar; por el tacto notamos la diferencia entre la Flor de María y un cactus; y un vistazo e identificamos la amiga del enemigo. Lo que pueden ver los ojos en un Ipap a las tres de la madrugada es la "cura suprema" de la ceguera del alma. "Los amantes se orientan perfectamente en la obscuridad", afirma ella con expresión sosegada nacida de una semana en un convento de clausura y la mirada perdida frente a un mar.
  
Ni filósofo ni político, cuando sea mayor seré amiga, y si encuentro un amigo que merezca la pena seré, si él quiere, su amiga del alma... Decidido. Cuando sea el tiempo de las cerezas empezaré a buscar un amigo. Amiga no. "Es momento de ir llenándose poco a poco. El tiempo de las cerezas nunca llega en noviembre. No me apetece escribir, hay otras formas de huir y estar loco por solo... solo por loco. No te preocupes por mi soy como un gato y caigo de pie... y no me duele". Enrique Bunbury.

6 comentarios:

  1. "Cuando sea el tiempo de las cerezas empezare por buscar un amigo. Amiga no" ¿Me doy por descontada? O no entiendo como es mi costumbre.

    ResponderEliminar
  2. Como es tu costumbre... Muchas gracias. Beso.

    Salud.

    ResponderEliminar
  3. ... cuando sea mayor seré "amiga".

    ResponderEliminar
  4. ¡Ohhhhh! Ya entiendo.




    Cuando sea mayor no guardare silencios.

    ResponderEliminar