lunes, 12 de agosto de 2013

Decir la verdad

¿Por qué se ha de sufrir por decir la verdad?
  
Supongo que no siempre, pero se sufre, doy fe. Siempre lo digo, a veces recordar es morir. Y son sinceras mis palabras. Hablo de amor, pero también de la vida, de lo cotidiano. Tal vez no estoy hecho para este mundo imperialista, tal vez debiera abandonarme a mi suerte y aceptar la vida como viene. Y morir de hambre y enfermedad antes que de amor. Globalización imperialista que no sabe el daño que está haciendo, y si lo sabe no nos merecemos esta clase dirigente. Aquí nadie sabe nada pero el pobre es el que siempre pierde.
  
En la soledad de un rincón de mi casa con un sillón frente a un destartalado ordenador que me ordena, por cierto, hoy se apaga solo, como si supiera que el camino no es este, que lo que persigo no lo encontraré si no cambio de estrategia. De cuando en vez pongo mi talento a disposición para escuchar y nada entiendo. Un amigo me dijo ¿quieres que te preste un libro? Sin darle tiempo para decirme a qué libro se refería le dije que no. En los años altos uno no es capaz de procesar la información tan siquiera de una página y eso me ataranta. Leer y releer la misma página y no enterarme de lo que dice porque no comprendo es reconocer que soy viejo e incapaz. Mi procesador no cumple su cometido. Supongo que no lo haya tomado a mal, porque crea que desprecio un libro. Bueno o malo no me atrevería a despreciar un libro. El asunto es ese. Mi mente absurda me tiene acorralado. Ni con ella ni sin ti. Y las dos lo saben. Con ella me siento manipulado y sin ti no me aclaro. La María, en su inmenso amor me lo explica tal si fuera poesía, que aún me queda la palabra que identifica las cosas importantes que tiene la vida. Y yo la creo. Amor, trabajo, salud, integridad, dignidad, espiritualidad, la familia, no me canso, la familia, vida y muerte, y muchas otras que constituyen la forma concreta y abstracta de proyectarse unas a otras. Son decires valiosos y son una manera de aprender, que es darse el permiso de expresar lo que uno siente y preguntar; es la manera que abre el camino a la comprensión... Pero ocurre que, desde el frío y solitario rincón de mi exilio, me he dado cuenta de algo realmente curioso: a la gente no le importa decir lo que ha hecho, con tal que nadie le pregunte por qué lo hizo. Lo que me lleva a pensar que somos muchos los que somos incapaces de procesar una información. Cada cual por razones distintas, eso es evidente.

4 comentarios:

  1. Yo pienso, nunca me pasó, que morir de hambre debe ser feísimo. Mejor no te abandones a tu suerte (o te comen las hormigas)
    La soledad es pasajera, son etapas cambiantes, sólo que parecen eternas. Y lo de los libros es normal, por eso compro de poesías ya que si son novelas leo mil veces la misma hoja y no sé qué leí (y tengo que volver, y no sé en qué página estaba, y…) Cuando la mente está en otra parte dejémosla cómoda ahí, es como si a ti te quisieran llevar al circo a ver los magos mentirosos y tú quisieras ir al cine.
    No sé, es complicado.
    Un beso

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  2. No lo es si tú lo explicas... poesía: la entiendo perfectamente. Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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  3. ... por decir lo que pienso
    sin pensar lo que digo.... en muchas ocasiones me he metido en líos por decir lo que pienso y no reflexionar antes mis palabras. Digo la verdad llana, sin adornos y sin pensar si lastimo. En el blog me dicen que soy muy honesta - yo también lo creo- y esa honestidad me hace decir ahora que no entiendo poesía y que tampoco nací para este mundo. A estas alturas solo he parido tristezas y ahora mismo una mas.

    Que tristeza la mía.

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  4. Tienes razón. Ayer también fue un día triste. Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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