¿Por
qué se ha de sufrir por decir la verdad?
Supongo
que no siempre, pero se sufre, doy fe. Siempre lo digo, a veces
recordar es morir. Y son sinceras mis palabras. Hablo de amor, pero
también de la vida, de lo cotidiano. Tal vez no estoy hecho para
este mundo imperialista, tal vez debiera abandonarme a mi suerte y
aceptar la vida como viene. Y morir de hambre y enfermedad antes que
de amor. Globalización imperialista que no sabe el daño que está
haciendo, y si lo sabe no nos merecemos esta clase dirigente. Aquí
nadie sabe nada pero el pobre es el que siempre pierde.
En la
soledad de un rincón de mi casa con un sillón frente a un
destartalado ordenador que me ordena, por cierto, hoy se apaga solo,
como si supiera que el camino no es este, que lo que persigo no lo
encontraré si no cambio de estrategia. De cuando en vez pongo mi
talento a disposición para escuchar y nada entiendo. Un amigo me dijo ¿quieres que te preste un libro? Sin darle tiempo
para decirme a qué libro se refería le dije que no. En los años altos
uno no es capaz de procesar la información tan siquiera de una
página y eso me ataranta. Leer y releer la misma página y no enterarme de lo que dice porque no comprendo es reconocer
que soy viejo e incapaz. Mi procesador no cumple su cometido. Supongo
que no lo haya tomado a mal, porque crea que desprecio un libro.
Bueno o malo no me atrevería a despreciar un libro. El asunto es
ese. Mi mente absurda me tiene acorralado. Ni con ella ni sin ti. Y
las dos lo saben. Con ella me siento manipulado y sin ti no me aclaro.
La María, en su inmenso amor me lo explica tal si fuera poesía, que
aún me queda la palabra que identifica las cosas importantes
que tiene la vida. Y yo la creo. Amor, trabajo, salud, integridad, dignidad, espiritualidad, la familia, no
me canso, la familia, vida y muerte, y muchas otras que constituyen la forma
concreta y abstracta de proyectarse unas a otras. Son decires
valiosos y son una manera de aprender, que es darse el permiso de
expresar lo que uno siente y preguntar; es la manera que abre el
camino a la comprensión... Pero ocurre que, desde el frío y solitario
rincón de mi exilio, me he dado cuenta de algo realmente curioso: a la gente no
le importa decir lo que ha hecho, con tal que nadie le pregunte por qué lo hizo. Lo que me lleva a pensar que somos muchos los que
somos incapaces de procesar una información. Cada cual por razones
distintas, eso es evidente.
Yo pienso, nunca me pasó, que morir de hambre debe ser feísimo. Mejor no te abandones a tu suerte (o te comen las hormigas)
ResponderEliminarLa soledad es pasajera, son etapas cambiantes, sólo que parecen eternas. Y lo de los libros es normal, por eso compro de poesías ya que si son novelas leo mil veces la misma hoja y no sé qué leí (y tengo que volver, y no sé en qué página estaba, y…) Cuando la mente está en otra parte dejémosla cómoda ahí, es como si a ti te quisieran llevar al circo a ver los magos mentirosos y tú quisieras ir al cine.
No sé, es complicado.
Un beso
No lo es si tú lo explicas... poesía: la entiendo perfectamente. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.
... por decir lo que pienso
ResponderEliminarsin pensar lo que digo.... en muchas ocasiones me he metido en líos por decir lo que pienso y no reflexionar antes mis palabras. Digo la verdad llana, sin adornos y sin pensar si lastimo. En el blog me dicen que soy muy honesta - yo también lo creo- y esa honestidad me hace decir ahora que no entiendo poesía y que tampoco nací para este mundo. A estas alturas solo he parido tristezas y ahora mismo una mas.
Que tristeza la mía.
Tienes razón. Ayer también fue un día triste. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.