jueves, 15 de agosto de 2013

El futuro fue ayer

A veces cuesta actuar en el teatro de la vida... A mi me gusta pasar y mirar de soslayo, enterarme de lo que ocurre pero sin entrar en los detalles. Los detalles son importantes y dolorosos. Yo no quiero dolor mío ni ajeno. Estamos en fiestas, ayer, hoy y más días: no sé hasta cuándo. Salgo de casa hasta una hora prudente y luego regreso y se acabó la fiesta; otros y otras siguen, y son la mayoría. Una amiga me decía que mañana (por hoy) tenía que madrugar a las seis para hacer sus tres horas de jornada laboral. ¡Vaya por Dios!, y seguimos paseando. Mi amiga trabaja tres horas diarias a partir de las seis de la mañana. Seguro es un contrato laboral en diferido modelo rubio manchego. Ojalá gane el dinero suficiente para pagar su gasolina, considerando que no hay trasporte público a esas horas. En mi pueblo el horario de autobuses comienza a partir de las nueve de la mañana (ya ni los directores de banco). A esa hora algunas ya acabaron su jornada laboral. Y aún así, la calle es la cola del paro. La desesperación de un día que sigue a otro y hace mejor cualquier tiempo pasado. Hablo de trabajo no de política, ni de amor en la Tierra a la gente de buena voluntad. Globalizamos todo menos lo que importa: esto no es capitalismo sino imperialismo. Y tenemos que resurgir solos, aunque parezca imposible.
  
¿Qué más nos espera? La práctica de las soluciones hace tiempo que llegó al mundo de las ideas, ahora las queremos listas para consumir. Y quede claro que solo queremos ganar lo que merecemos, y con el sudor de la frente. ¿Cómo salir a flote de esta situación si no tenemos un mar? ¡Joder dona, qué futuro más negro!.

2 comentarios:

  1. Con este futuro tan negro no me dan ganas ni de dormir para no despertar y ver en lo que nos hemos convertido.

    Zombies vivos pero muertos.

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  2. Esto es como los resfriados: unos días y como nuevo. Muchas gracias. Beso.

    Salud.

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