Me importa, y es porque la quiero. Pero
a ella le importan otras cosas. Ella es más de saber quién soy y de dónde vengo y a dónde voy, como la canción. Y qué importa la
vida pasada de cada cual si ya no es... Importa el presente, el amor y la poesía
que emana de las entrañas. Cuando emito una opinión, siempre tengo
en reserva la respuesta para quien me conoce, pero nunca para quien
no me conoce. Yo no quiero amigas conocidas. Quiero amigas desconocidas sin
dudas ni falsos intereses. Quiero amigas de abrazos del corazón. Todo lo que escribo emana de un pensamiento instantáneo.
Pudiera estar engañado, pero no por vanidad. De mis amigas solo
espero una sonrisa y un brazo pegado a un hombro para la ocasión.
Pero ante nada, existen intereses que forman un criterio que
conduce desde la ignorancia a la insensatez, al soborno de los
sentimientos, a la falsedad. ¡Joder, dona, voy de fracaso en
decepción!.
Me favorece una idea elitista que
carece de maldad por dedicarme a escribir mis estados de ánimo.
Son opiniones, poesía a mi manera, y todo en un mercado de opinión
que obedece a unos intereses que se ahogan en el normal desarrollo de
las relaciones interpersonales que retratan mi propia personalidad. Lástima que
sea tan estúpido con el teclado e iluso sin él. La existencia de
no solo ser sino de esperar una palabra que no destroce la
dignidad de cualquiera.
Tal vez este comentario simplemente
tenga sentido para mí, no lo negaré, pero a mí ya solo me emociona
el amor que entremezcla la sonrisa alegre del bebé y unos ojos
decidores, que por culpables, prefiero imaginar. Nada más absurdo
que una guerra de egos, juicios de valores, mentiras, verdades. ¿A
quién importa mi verdad o mi mentira? A mí me importa mi
credibilidad, la opinión que tenga de mí quien bien me quiera. Cuida tú mi
credibilidad.
¿Y por qué no vas a ser creíble por ti mismo?
ResponderEliminar(?)
Piénsatelo.
Besos.
Las amigas de tanto ser desconocidas con el hablar cotidiano terminan por ser conocidas.
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