martes, 31 de marzo de 2015

¡Qué fin del mundo!.

Luego de cenar, en la sobremesa, como el asunto de la casta estaba claro, volvimos como si no tuviéramos otra cosa de qué hablar, a las enfermedades. No solo las nuestras: todas las enfermedades del mundo. Prometo por los santos apóstoles y las bendiciones de las santas vivas, que llegué a pensar que Shakira había muerto.

Paz en el mundo, hagamos el amor y no la guerra, y si llega la enfermedad llegó, pero vamos a esperar que llegue y si lo podemos evitar mejor, Nacho. Además, de la enfermedad también se aprende, por ejemplo, a valorar más la vida sana. No hace falta saber todas las enfermedades del mundo. No pegué ojo en toda la noche. Y no es que las recuerde por su nombre, pero son muchas y muy malas. Hoy, si vuelve con más enfermedades, porque hay más, según me dijo, cojo un bocadillo y si me dejan entrar en el casal de la falla ceno allí. ¡Que no Nacho, que no!.

Ahora que Rajoy nos anunció el fin de la crisis aparece Nacho con el fin del mundo. Todo lo malo se vuelve contra mí. Pues bien, como no me gustan las despedidas, me niego a admitir que tengo que morir. El fin del mundo es una patraña. ¡Qué fin del mundo!.

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