A una amiga le pido mil perdones y otras disculpas. Sin querer me borré de sus seguidores y ahora, entre tantos, no la encuentro. Es joven y bella, y adicta a las buenas costumbres en las que incluyo el amor. De ojos negros azabache no tiene adversarias para mirar de soslayo y tropezar con una farola. Mis atarantados dedos culpables. Y mi mala cabeza. Sin vacilar le pido perdón y no encuentro palabras que acompañen a mi dolor. Desde ahorita me alisto a la batalla de volver a ganar su respeto y mi credibilidad con una Flor de María en la mano.
Tampoco es para tanto, te vuelves a apuntar si quieres y punto, bs.
ResponderEliminarJajajaja el comentario sutil de Amapola jaja.
ResponderEliminarMira, si un amigo mío me abandona y luego se me presenta con una flor tan exótica como esa en las manos, lo perdono sin pensar, cómo no.
Buenos días.