"... y en eso llegó el Día del Padre con el dulce sueño del olvido". A dos hijas se les olvidó que tienen un padre. Perseguido por las calles en la noche desvelada, ha llegado a sus oídos que ya no tengo arreglo y, según me cuentan, no llegan a un acuerdo con quién de las dos me he de quedar... O con las dos por quincenas. Custodia compartida. Que decida el juez.
Ten hijas, y en los años altos, sin ser visionario las conocerás. O las perderás para siempre si no es lo mismo. Nunca vi más allá de sus miradas y al final del camino me doy de bruces con la cruda realidad. Para llegar aquí, a esta situación de descrédito, no hubiera necesitado alforjas. Un sufrido padre logra echar a sus hijas adelante con algunos meritorios valores y el día señalado para enaltecer sus virtudes ni una llamada de buenas intenciones, ay. De saber dónde se encuentran los monigotes en de soslayo pondría el más triste con lágrimas incluidas. Profunda la decepción, terrible el desconsuelo.
Hoy, Día del Padre, como pordiosero de María Magdalena, sigo dando continuidad a una vida incapaz de profundizar en los sentimientos de unas hijas por mí adoradas. Si al menos Ángel González, poeta, me explicara, pero está muerto. Eran bellas, las más bellas... es todo lo que recuerdo.
Blah no sufras tanto, es temprano todavía, ya se acordarán, tú confía y si no se acuerdan pus ya ni modo queda por ahí el Día del Abuelo (aquí se celebra en agosto, ignoro si del otro lado del charco exista tal día).
ResponderEliminarAsí que para de sufrir.
Es gratificante saber que existe un Día del Abuelo. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.