La literatura nos permite exponer honestamente un sentimiento o crearlo, labor que persevera sosegadamente. Escribir es un privilegio, una satisfacción indescriptible. Ficción de la fantasía quizás a la espera de un lector que intercambie unas palabras peregrinas. Escribir para quien en un descuido te lea. Escribir a vuelapluma hacia un cielo en un vuelo a través de las emociones. Intercambios afectivos. Comuniones de los fieles difuntos: es sábado. La literatura nos permite como náufragos sobrevivir a la insipidez de lo cotidiano. Rutinas monótonas y asuntos inaplazables.
Sin perder el tiempo: se trata de crear en la prosa que exhala versos a través de las experiencias, ritmos esenciales que nos permiten esparcer por el aire interrogantes de vida capaces de transportarnos a un universo de sorpresas y aromas de azahar.
Creación literaria, sentires de poeta en una existencia donde solo se juntan las vidas paralelas. Ineludible mencionar Les Seniaes.
Se nos va la vida, la vida se nos va en un verbo, no la dejemos escapar sin al menos haber degustado las mieles del poema con sus metáforas y sus imágenes aisladas en las cuáles nos pudiéramos ver reflajados. Las palabras que embellecen el verso y nos permiten alcanzar la voz capaz de cambiar la vida que atrapa las ideas ajenas al dogma. La destreza en la lejanía inconmensurable de unos ojos negro azabache. (De tus ojos la mirada. De mi sospecha la fe).
De soslayo...
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