lunes, 9 de marzo de 2015

María.

Soy hombre de palabras,
y tú no crees en Dios.
Yo he nacido para amar
y tú has nacido para la esperanza.
Yo no te exijo y tú me das.
¿Es imposible amar?
Yo solo soy un hombre
y tú solo una mujer
(nomás).

No pido la eternidad,
ni un cielo diferente cada día:
pido silencio en tu madrugada,
pido silencio en tu anochecida,
pido silencio en tus pasos,
pido silencio en tu mesa,
pido silencio en tu dormitorio,
y ternura en tu mirada.

Soy hombre de palabras
(palabra sobre palabra),
para que me entiendas:
déjame usar tu nombre.

Del milagro de la vida, 
tu nombre:
María. 

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