No es de ahora... solo que ahora... No sé si debiera preocuparme...
Al levantarme me siento agobiado; desesperación: la ansiedad me mata. Bajo a la calle a respirar aire fresco. Aún es de noche y no se ve a nadie por las calles... Qué pensarán se me ven deambular por el amanecer cuando dicen que la noche es más oscura. La vecindad me conoce, saben que solo dedico el día para mí. Pero es más temprano que siempre. No me fatiga la noche pero estoy agotado. Los coches están calados del rocío que les gotea. De repente siento que mis pies se elevan del suelo, asciendo, sigo ascendiendo, veo mi casa desde la altura. Mi casa está debajo y sigo ascendiendo. Experimento una sensación que no sabría explicar. Pudiera decir que levito. Pero eso no es posible. Lo que siento es algo maravilloso. Por encima de los edificios colindantes me detengo porque sí. Domino la ascensión y desciendo. Está empezando a amanecer y los vecinos salen a la calle. Disimulo y entro en casa. Es temprano para casi todo. Tomo café y me siento frente al ordenador y escribo: creo reflejar fielmente el acontecimiento. Oigo la persiana: hora de levantarse mi esposa, le preparo café. Yo también tomo otro café para acompañarla.
Al levantarme me siento agobiado; desesperación: la ansiedad me mata. Bajo a la calle a respirar aire fresco. Aún es de noche y no se ve a nadie por las calles... Qué pensarán se me ven deambular por el amanecer cuando dicen que la noche es más oscura. La vecindad me conoce, saben que solo dedico el día para mí. Pero es más temprano que siempre. No me fatiga la noche pero estoy agotado. Los coches están calados del rocío que les gotea. De repente siento que mis pies se elevan del suelo, asciendo, sigo ascendiendo, veo mi casa desde la altura. Mi casa está debajo y sigo ascendiendo. Experimento una sensación que no sabría explicar. Pudiera decir que levito. Pero eso no es posible. Lo que siento es algo maravilloso. Por encima de los edificios colindantes me detengo porque sí. Domino la ascensión y desciendo. Está empezando a amanecer y los vecinos salen a la calle. Disimulo y entro en casa. Es temprano para casi todo. Tomo café y me siento frente al ordenador y escribo: creo reflejar fielmente el acontecimiento. Oigo la persiana: hora de levantarse mi esposa, le preparo café. Yo también tomo otro café para acompañarla.
-Buen día, cariño, ¿qué tal has descansado?
-Bien. Tuve un sueño fantástico...
-Uy, cuenta, cuenta... me interesa un sueño para escribir... ¿fantástico, dices?
-Uy, cuenta, cuenta... me interesa un sueño para escribir... ¿fantástico, dices?
-Sí, pero estúpido, con decir que te vi ascender por la ventana...
-¡Caramba!, ¿a dónde iba?
-¡Caramba!, ¿a dónde iba?
-Conociéndote a las nubes...
-No digas eso, mujer.
-¡Atiende a lo que haces, el café sale largo!. ¿Estás en las nubes o qué?
-Perdona, haré otro. Me tenías intrigado... Qué fantástico viajar por las nubes, ay, de tolerar el vértigo sería maravilloso tener esa experiencia.
Que estes volando, pasa, ahora que hicistes tu el cafe por hay ya no cuela. Forza
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