Complicaciones de última hora me impiden atender compromisos importantes que alguien como yo no debiera. Pero me disculpan, es lo que tiene ser gente importante. Yo soy de esos que igual les da ocho que ochenta. No soy político pero casi, o más, pues llego dónde ellos no pueden por el qué dirán de ahora, que antes también llegaban. Entre mieles y algún verso, puedo cometer delitos y mantenerlos impunes hasta que prescriban. Siento el éxito de la impunidad con la popularidad siempre al alza. Merece la pena el sacrificio. No existe el crimen perfecto, pero una mordida y una pista que lleva a ninguna parte caso prescrito.
Reconozco que las desgracias nunca llegan solas y por andar de amores con la Magdalena me descuidé y el caso que tenía entre manos se escapó. Lo tenía organizado y no salió como pensaba. Sin fiscalía, el Cid sigue ganando batallas.
Por más devaneos sentimentales, al igual que usted si me lee y no consigue coger el hilo, el amor es bendito y santa la poesía, lo demás, si son amores de paso, desvelados o amigas beatas de fornicar un Lunes Santo sin golpes de mano para no alterar el obligado recogimiento, a nadie importa. Sin música sacra que ya no se lleva, solo tambores de pom y pom y pom hasta que estalle la cabeza en mil pedazos. ¡Viva la vida para siempre!.
Eso, no consigo coger el hilo.
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