-¿Es a mí a quien le dices adiós?
-Un adiós no tiene respuesta.
Desconozco la respuesta ante un adiós. Con un adiós va el alborozo y los aplausos, las lágrimas, la reconciliación quizás al pasa del tiempo. Pero el adiós en sí no tiene respuesta. Ha llegado la hora de decirnos adiós. Eso es todo.
La lucha diaria implica hacer las cosas bien. No me refiero a pecar tan solo en obra y pensamiento, que también. Hablo de reducir nuestros sueños ante las imposibles posibilidades. La estrechez al entregar un sueño, un sentimiento, unas emoción. El entorno rebaja nuestras expectativas asumidas por la conveniencia de llegar como sea. Vivimos desnaturalizados y a poco que se nos trave un adiós nos echamos a morir. Que mis palabras no te cieguen. Y por mucho que reniegue; persevera, pero no me cuentes chistes.
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