De viejo, pertenezco a una generación de libros y periódicos. Y estoy en condiciones de afirmar que solo el azahar se puede comparar al olor de libros y periódicos. Pero es más sabio internet, y doy por perdido el olor a papel del conocimiento. Red global que entraña el conocimiento. Cualquiera que haya nacido en la era moderna sabe que internet es el futuro y que los libros y los periódicos son asunto del pasado.
No niego los avances tecnológicos, y el primero internet, sin embargo, ahora sé más que siempre de lo que menos me interesa. ¡Y ya!. Portentosa fuente de información. Se me apila la información y eso no es bueno. Ni beneficioso para mi salud mental: tengo más información sobre las enfermedades que existen que las que tengo. Eso es deprimente.
Me llama por teléfono un ordenador y me pone en espera hasta que una voz remota se empeña, sí, en cambiarme lo que tengo por otro. Mi compañía telefónica me dice sí, pero que el servidor no lo acepta. Un ordenador ordena y un servidor dice no. Una mente absurda es incapaz de procesar tanta información. (Me apeo, voy en busca de un kiosco que me libere del conocimiento que no me interesa. Y me devuelva los libros y los periódicos. Y su olor. El azahar es poco. Quiero más, amor).
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