viernes, 1 de marzo de 2013

Ya es marzo

A pocos fechas de llegar unas fiestas que a ambos nos duelen, quiero reflexionar acerca de los descuidos que me afligen. Y uno, es tu amistad. Y en términos de amistad me quiero dirigir a ti: Con un pasado tan basto en amores como el tuyo que jamás ha faltado quien te jurase amor, me entristece ver cómo han ido olvidándote con el tiempo. ¿Te haría invisible la edad? Si bien es cierto que han pasado cosas terribles en tu vida, no es menos cierto que has dado un sentido extraño a tu vida. Pero es tu vida... Hoy quiero darte las gracias por el bien que me has hecho, por darme la inspiración y un rincón en tu espacio privado. Me entristece esta situación de distanciamiento... Me gustaría que quedaran atrás las malas maneras y todo lo que fue cualquier cosa menos lo que no queríamos que fuera diferente. Me dijiste que al menos yo soy capaz de escribir lo que siento, quizá, pero también escribo lo que no siento... La vida me ha hecho indolente y ciego. Escribir me enmaraña la mente y la irrealidad se apodera de mí... a veces ni me reconozco y me tengo que releer: aunque no siempre me aclaro. Mis noches son eternas, pero deseo que las tuyas tengan sueños con horizontes posibles. Porque el egoísmo es incompatible con la amistad. La sinceridad y el respeto sí son elementos esenciales. El amigo valora la amistad que entrega y la que recibe, es una doble vía, es un sentimiento recíproco. Y entonces... ¿Qué nos ha pasado? ¿Qué nos ocurre? ¿Por qué acabó algo tan hermoso? ¿Los dos somos culpables? ¿Lo sabes? ¡Contéstame!. Y dime por qué te estoy implorando...

A la luna le escribo cada día pensando en ti, y a ti pensando en la luna. Todo lo mantengo en secreto. Ella no sabe de ti y tú no sabes de ella. Lo que te escribo a ti pensando en ella lo sabes al leerme cada día... ¿aún me lees? Sin embargo, lo que le escribo a ella pensando en ti nadie lo sabe.

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