domingo, 3 de marzo de 2013

Un domingo impaciente

Lo cierto es que todos las personas de pensamiento profundo, de pensamiento sin restricciones, maduro, extenso, místico, sin complejos, igual son personas raras... A mi me encanta lo raro, lo poco común, lo extraordinario. A mi me encantas tú, y solamente tú, como la canción. Un domingo impaciente, no me apetece escribir ni leer. Escribir no me importa porque nada me exijo, ni me duele la cabeza siquiera, ay, dona, la cabeza... mi mala cabeza, tampoco me cansa, porque los dedos van a su marcha por el teclado machacándolo sin importar las consecuencias... al fin de la estupidez seré yo el culpable... Pero leer sí. Si no tengo el día, y peor si lo tengo triste de morir, no soy capaz de entender lo que leo... Y entonces no puedo leer porque nada entiendo y me doy pena... Y eso no me lo puedo permitir. ¡Qué pena me das!. Eso vale para los que me conocen, pero no para mí, y tampoco para los que no me conocen: esas personas se merecen respeto.

La soledad es la mejor terapia cuando uno no es capaz de procesar el día.... Hoy voy a dedicar el día solo para mí. Para estar en soledad conmigo, soledad divina donde puedo sumergirme en profundos mares de pensamientos que me lleven a un mundo de prioridades necesarias para avanzar... pero no ahí delante, trascender entonces, sí, trascender a un mundo menos confuso que el mío y sin prioridades que me obligan a despilfarrar mi energía mental... Y ya está: de manera solapada he dejado constancia que mañana amanecerá otro día, y mejor. Si todo me sale como imagino, desde mañana serán de fiar los lunes. Los viernes si no es para pasear por sus noches desveladas... Aquí me apeo. No quiero dar más pistas.

2 comentarios:

  1. ya esta bien con las pistas ...la verdad no me puedo quedar vendre otro ratin
    un besin
    Marina

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  2. ... con más tiempo. Muchas gracias. Beso.

    Salud

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