La vecina chismosa me dice que por qué no participo de las Fallas... es mi vecina chismosa y quiere saber. Qué le importará, me pregunto, pero es así, sin embargo, ella tampoco es de muchas fiestas... en fin. A mí me agotan estas fiestas, y otras. Y lo peor el ruido. Me gustaría salir y disfrutar con la gente... Es jodido llegar a viejo... Pero qué le vamos a hacer, si no lo admito como realidad caerá el castigo sobre mi conciencia por el daño que me infringo por negar la evidencia...
De tanto contradecirme, a veces es peor lo que quiero decir y no digo, o lo que digo sin pensar. Esto no puede acabar bien. Podría ser el mayor facilitador de decires absurdos en el mundo, que por cierto, confronta problemas ajemos para aprovechar sus aplicaciones... ¿Y qué de la rapidez con que renuevo mis opiniones? No tengo carácter, de ahí las correcciones que hago; correcciones sin sentido que me obliga a hacer de lo que escribo, con la complicidad del momento, la intención de dominar la combinación de pareceres que asaltan y descontrolan mi mensaje... Y eso que soy neutral. A estas alturas quedaría estupendo decir que supongo que me estoy volviendo loco, pero lo digo tan a menudo que acabaré creyéndolo, y dando pábulo a los chismes de mi vecina encaminados a ese fin... ¿Y qué ganará mi vecina con desprestigiarme? Me ha hecho comprar un manual de buena praxis para corregir mis horrores... Lo cierto es que no debiera corregirme tanto al escribir. Lo primero que se escribe es lo mejor. Mantengo una complicada relación con mis decires y no me sorprendería que me hicieran una oferta de portabilidad por tiempo indefinido... Vale, al manicomio. Sí ya sabía que acabaría dándome de bruces con el manicomio... Ahora los manicomios son más humanos... sí. No me imagino cómo será el infierno, pero los manicomios cambiaron a peor. Y el infierno, como son asuntos de la iglesia sigue anclado en el pasado. Yo a los manicomios les pongo una pega, a parte de no haber plazas libres, que necesitan personal con la capacidad para que, ante una situación complicada, logren que todo en sea irrelevante, que halla más que menos, y sobre todo esperanza. Que no vale la pena llorar. Que no basta con querer de buena fe. Que también te puedes encontrar con alguien que te quiera y acepte lo imprevisible que hay en ti; alguien que sepa sustraer lo que es obvio de una situación absurda y añadirle un abrazo fraternal.
¿Por qué no?
¿Por qué no?
Dadas las circunstancias, y considerando que no me apetece volver, aunque nunca me trataron mal, a no ser las por las pastillitas de colores que odio... ¿Y qué si me secuestro como aquél concejal del PP, Bartolín, creo recordar: "El caso Bartolín", eso es, para pedir rescate. ¡Jesús el Cristo!, qué poco han cambiado lo señores del PP. Siempre metidos en jaleos inexplicables. Pero a mí no me interesa el rescate, además, no me quiero arriesgar a que nadie lo pague. ¿Y si me metiera en un zulo sin ánimo de lucro? Dotaría el zulo de las más avanzadas tecnologías para que, en el caso de que me flaquearan las fuerzas y me diera por la fugarme fuera imposible. Para asegurarme tendría que contratar a los mejores expertos en hechos delictivos educados en las mejores escuelas carcelarias. Tampoco podrán liberarme porque ni yo mismo sabría dónde estaré. Pero si de manera casual fuera liberado, por alguna dama tal vez, llevaría un dispositivo de autodestrucción...
Debes de creerme, significa mucho para mí. Sabes que eres potencialmente la más asidua lectora de un de soslayo entregado a ti... Prometo no decepcionarte. Ojalá esta absurdidad sirva a mis sombras para valorar como merece el amanecer de un día y su sol, y, sobre todo, para que entiendas que esta es mi casa y tú mi invitada de honor. Simplemente gracias.
Somos nosotros quienes debemos agradecer tu regular aportación de interesantes reflexiones.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Mark de Zabaleta
Eres muy amable. Muchas gracias. Y por estar ahí.
ResponderEliminarSalud.