martes, 12 de marzo de 2013

Wert y otros develos

Desde que el ministro Wert abolió del sistema educativo las buenas costumbres para la Ciudadanía, en este país la impunidad de los intereses fue premiada desde el estamento político y comenzó a aumentar el costo de la seriedad en la sociedad. La iglesia católica y sus humildades. Evidente. Y es muy alto el precio que se paga hoy por no pertenecer a las "mafias/político/educativas" que con sus tentáculos tocan prácticamente todos los estamentos educativos. Los paradigmas de la dignidad y seriedad han sido sepultados por un sistema donde la práctica del irrespeto es ya una constante. El perfil educativo requiere de una dosis muy alta de adulonería. Las ideologías son letra muerta y están sustituidas por el pragmatismo del negociar sin límites la repartición de haberes políticos, entendiendo que el país está abocado a los por cientos en menoscabo de la justicia social y a favor de la educación privada y concertada. La sociedad no conecta con un gobierno que despide profesores, recorta salarios y hacina alumnos. No hay becas, ni transporte, ni comedores. Alcanzar el consenso de una gran mayoría en este tema no puede ser un lastre para ser favorecido por un liderazgo amoral. El social catolicismo es el espejo donde se inspira el gobierno. La pluralidad y la honestidad es mal paga por los sectores políticos que, amparados en los votos y negociadas con la iglesia, ponen freno a la educación aconfesional. Las cosas van por ahí. La impunidad que consigue legitimizar el retraso convierte en intolerantes a los incapaces de gran estirpe que consideran sus propósitos partidistas por encima del sistema educativo que debiera ir con los tiempos. La seriedad en nuestro país se ha ido de fiesta, que digo país porque tiene sus afines adeptos, que en realidad son los políticos que lo han convertido en una retranca, en un mercado de contrabando de favores, en un tráfico de amistades, que en definitiva es el gobierno con el respaldo de la iglesia y su partido político que tienen en común que están al servicio de las elecciones más que al progreso de la sociedad. La seriedad contrasta con el desprecio. Lo deshonesto es el camino más corto para la distinción y el reconocimiento. El pudor es pisoteado por la simulación desde las altas esferas que practican las orgías degeneradas. Igual que la crisis económica, la corrupción, el paro y la pobreza, la dependencia y la sanidad, los valores educativos son lo lacra de la sociedad.

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