Dicen que uno es viejo y enfermo cuando se reconcilia con su pasado y recuerda las traiciones como cosas naturales de una etapa definitivamente archivada. Cuando olvida los amores clandestinos y recuerda y magnifica los de una noche. Cuando en una relación única, con un corazón de hielo, pierde los ejemplos con el cinismo del chantaje. Cuando ve en cada hijo un futuro totalmente desconocido y pleno de incertidumbre. Cuando renuncia a tener amigos. Cuando le importa un carajo la luna de cualquier amanecer. Cuando le es indiferente cualquier acto de hipocresía en la maltrecha sociedad. Cuando deja de preocuparle la injusticia social. Cuando inicia la lectura de los diarios por la página de sucesos. Cuando se declara totalmente moralista y con billete pagado de indulgencia para la gloria. Cuando siente que rezar un rosario es menos aburrido que una puesta de sol. Cuando ya solo la Palabra de Dios le dice.
Yo, encajo perfectamente en ese perfíl, sí, más o menos soy así... viejo y enfermo, pero como Dios que aprieta y no ahoga, esta noche hizo su presencia una dama que llegó con su memoria a mi recuerdo, lo que demuestra la innegable existencia de María Magdalena. Por cierto, ¿por qué tu memoria aparece ahora, precisamente ahora que había conseguido olvidarte? ¿Prentendes de nuevo hacerme daño? Si ya te había olvidado hubiera preferido... no sé si me entiendes... Amén.
Hola dando una vuelta por los blogs me he encontrado esta reflexión sobre el paso del tiempo.
ResponderEliminarMe parece una buena descripción del llegar a viejo, es cierto que muchas cosas empiezan a tener otra importancia con el paso de los años.
Saludos
Muchas gracias por tu visita y tu comentario. Beso.
ResponderEliminarSalud