Falta cultura del trabajo en este país. Cultura que nace de la educación. Sin educación no hay nada, tan siquiera un amor con quien soñar. La educación nace en la familia, en la escuela, en la vida. Paradigmas de una sociedad que aún no se ha dado cuenta que vamos a peor.
Entes se pasaba hambre en este país. Me acerco en la memoria hasta los años del racionamiento, pero en los 50 ó 60 también se pasaba hambre o verdaderas necesidades. Fueron tiempos difíciles que enseñaban a mirar por la peseta y a respetar el trabajo, y honrar al buen trabajador. "Ése era un trabajador serrano", me decía mi abuelo con semblante de admiración ante un minero vencido por la silicosis. Igual ahora el amor por el trabajo no importa y solo se trabaja por un sueldo. El trabajo realiza a la persona. La familia, carajo, la familia, y el trabajo con el mismo respeto y cariño. El trabajo es una institución como la familia. Y el ahorro, y el compromiso con un futuro mejor... valores que tal vez los tenemos desatendidos. Pero al margen de todo, nadie debería pasar hambre, y en este país que vive la crisis como una dama sin poesía, como una mujer y un hombre sin un amor a quien amar, o un cura sin Dios, nos estamos acercando a esas décadas pasadas de hambre y escasez. Nos hace falta cultura del esfuerzo, del trabajo, de un corazón y un alma juntos por la misma causa. Mejor abrir los ojos a esta nueva realidad que, como un amigo gorrón, un día vino a cenar y no se quiere marchar. La mayor traición es la ignorancia que inspira casi todo, como el amor y la santa poesía.
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