Paco (un amigo sin pausa en sus decires) me comenta que vuelven los tiempos de la esclavitud al mundo laboral. El asunto es serio. Y va para dolor, que lejos de desaparecer la esclavitud aumente, y el vasallaje, como en la antigüedad obligados a pagar feudo. No se puede permitir, hay que detener esta lacra de sumisión e irrespeto, este "negocio". Pero si lo detenemos nos quedamos en el paro, y ya somos millones. El mundo laboral hoy en día es esclavitud, o paro, o utopía. La crisis nos está cambiando para peor. Hemos vuelto al pasado y no por el túnel del tiempo. Paco sabe de qué habla: me cuenta que al amanecer los trabajadores se reúnen y esperan que los señores feudales los contraten a cinco euros la hora en las peores condiciones laborales. Y no hay trabajo para todos; o sea, si te contratan comes sino mañana, quizá. Los cargan hacinados en una furgoneta y los llevan al campo, les marcan la faena y al final del día de vuelta a casa. Es la esclavitud de estos tiempos. El trabajador se ha convertido en una mercancía más. El "negocio" de la explotación no quiebra a pesar de la crisis, sigue dejando beneficios. Es la explotación de los necesitados. Es la opresión, es la falta de libertad que no rompe cadenas. Urge quitarles el "negocio" a estos comerciantes de personas. Ningún ciudadano puede ser producto de mercado. No merecemos ser personas si permitimos que tanto trabajador sea cautivo en esta tierra de nadie y de todos. (Dona, ahora sí que somos pobres de verdad).
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